había considerado a los reyes como personajes semi-religiosos y su influencia se había hecho extensiva a los asuntos de la iglesia. Designaban abades, obispos y hasta papas (…). Los dirigentes confesionales, por otra parte, desempeñaban un papel importante en los asuntos seculares, como dirección de la iglesia, en el siglo XI, buscó en un principio únicamente la reforma del clero. Pero se fue haciendo cada vez más evidente que para reformar el clero, la iglesia necesitaba una mayor independencia del poder laico, y que para conquistarla o mantenerla debía estar centralizada bajo la jefatura del Papa. (…). Este programa, muy enérgicamente expresado por el papa Gregorio VII (1073-1085), destruía partes esenciales de la antigua estructura política de Europa. Los soberanos laicos se negaron a satisfacer las exigencias de la Iglesia y la lucha que siguió (la Querella de las investiduras) duró casi cincuenta años. En el curso de la querella, la vieja simbiosis de autoridad religiosa y secular se vio seriamente debilitada. Los reyes perdieron su carácter semieclesiastico y parte de su control sobre los cargos de la Iglesia. Ésta obtuvo el liderazgo, ya que no el dominio absoluto, de la sociedad europea. Se había separado bruscamente de las autoridades políticas laicas; era independiente en el más alto nivel, y capaz, por ende, de valerse de una considerable autonomía en los más bajos. Los reformadores gregorianos habían logrado una victoria, aun cuando fuese parcial. Como todas las victorias, la de la Iglesia en la Querella de las Investiduras tuvo consecuencias imprevistas. Al afirmar su carácter singular, al separarse tan claramente de los gobiernos laicos, la Iglesia, inconscientemente, perfeccionó conceptos acerca de la naturaleza de la autoridad secular. (…). En pocas palabras, la concepción gregoriana de la iglesia casi reclamaba la invención del concepto de Estado. Lo reclamaba con tal intensidad, que los autores modernos encuentran excesivamente difícil evitar la descripción de la querella de las Investiduras como una lucha entre la Iglesia y el Estado. (Acosta, 2004).