1. Reflexión: nuestros actos también siguen entregando a Jesús, por ejemplo, cuando lo negamos, cuando nos olvidamos de todo lo que hizo el Señor para
que tengamos Vida Eterna. Entregamos a Jesús para que lo crucifiquen cuando
le damos la espalda, cuando afirmamos que no creemos en Él.
Pensá y escribí más de un ejemplo que implique que, también nosotros,
gritamos, aún hoy, como aquella multitud ¡Crucifíquenlo!

2. Reflexión: El peso de la cruz es excesivo. No obstante, Jesús no renuncia, sino
que, cargando sobre sí el pecado, las debilidades y flaquezas de todos, busca
salvarnos. Sin embargo, nosotros continuamos burlándonos de Jesús cuando lo
hacemos con los creyentes, con los que intentan ser mejores, con los que van a
Misa o rezan.
Pensá y escribí ejemplos que den cuenta de las veces que aún hoy seguimos,
como aquellos soldados, burlándonos de Jesús.

3. Reflexión: esta nueva caída nos muestra lo frágil que es la condición humana, aun
cuando la aliente el mejor espíritu, y que no han de desmoralizarnos las flaquezas ni
las caídas cuando seguimos a Cristo cargados con nuestra cruz. Jesús, no se siente
derrotado ni abandona su cometido. Para Él no es tan grave el caer, sino que lo grave
es no levantarnos.
Pensá y escribí cuántas son las personas que se sienten derrotadas y sin ánimos para
reemprender el seguimiento de Cristo, y que la ayuda de una mano amiga podría
sacarlas de su postración. ¿Qué otra situación podés utilizar de ejemplo?

4. Reflexión: El suplicio de la cruz, además de ser infame y propio de esclavos
criminales, era extremadamente doloroso, como apenas podemos imaginar. El
espectáculo mueve a compasión a cualquiera que lo contemple y sea capaz de nobles
sentimientos.
Pensá y escribí qué actitudes nuestras, aún hoy, siguen crucificando a Jesús. Pero
también, que situaciones nos “crucifican” a nosotros, qué situaciones nos causan
terrible dolor, sufrimiento.